En el ambiente gay, quizás en los vínculos heterosexuales también ocurre, pero voy a hablar de lo que conozco, muchas veces ocurre que la gente se conoce a través de las redes sociales. Es que en los ambientes que la gente transita, el trabajo, las casas de estudio, los clubes deportivos, etc., muchas veces es difícil encontrar una persona de una orientación sexual minoritaria que te resulte, a su vez, atractiva.
Existen prejuicios y discriminación que todavía opera entonces en el anonimato de las redes sociales la gente construye perfiles, seleccionado lo que quieren mostrar, y poco a poco se construye una red de contactos donde mucha gente se conoce entre sí.
A veces se generan vínculos de amistad con ese aspecto de pertenecer a una minoría sexual (con lo que conlleva en experiencias de vida similares, gustos musicales parecidos, lugares a los cuales salir, etc., que son comunes o al menos más comunes que con algunas personas heterosexuales que puedan ser nuestros amigos y familiares pero acompañarnos en otros ámbitos de la vida y no en estos).
Además las redes sociales nos protegen del cara a cara y son casi gratuitas. Solo hay que tener conexión a internet. Las discotecas y demás lugares gay friendly conllevan un costo monetario y asimismo una valentía para ir y enfrentarse a un micro mundo que no siempre es amigable. La movida gay puede llegar a ser muy hostil.
Los mas jóvenes a veces nos atrevemos a conocer gente en cualquier lado y demostrar si existe atraccion con mas naturalidad, como el resto. Pero no siempre es posible. No siempre la vida nos cruza con gente que nos atraiga en ambientes no gays.
Por eso las redes sociales, tanto las que usa todo el mundo, como las especializadas (ejemplo de la primera Facebook y de la segunda Manhunt) suelen ser populares en el ambiente gay para conocer gente.
Hay gente que decide mostrarlo todo en su perfil. Otros construyen perfiles específicos para conocer gente gay, poder tener sexo o vinculas más duraderos. Otros tienen perfiles más profesionales. Pero todos los perfiles, incluso en sus omisiones dicen algo de quien los creo.
Y por eso a veces con una conversación por una de esas redes, tras haber mirado un tiempo la forma en la que trabaja con su perfil, que cosas publica y que cosas no, basta como para querer que el vínculo pase a ser real, empiecen a haber llamadas telefónicas y hasta citas.
A veces lo que vemos nos motiva a más.
Lo peligroso de esta forma de vincularse, más allá de los peligros que la gente siente al conocer desconocidos, es quedarse en lo virtual y no animarse a vivir historias de verdad, amistades sinceras, amores fuertes. Porque en Montevideo es fácil saber si un perfil de Facebook es falso y es fácil obtener información y credenciales que aseguren que una persona es de confiar o no. Incluso para más seguridad se puede uno conocer en lugares públicos e ir construyendo la confianza de a poco hasta pasar a ámbitos más privados.
Pero cuando no nos animamos a conocernos, a vincularnos, o simplemente decidimos no hacerlo y nos quedamos con las pantallas de las computadoras, de los teléfonos y de tantos otros dispositivos que nos achican las distancias pero a la vez nos alejan de vínculos reales y físicos con gente, en cierto sentido comprometemos nuestra humanidad.
El hombre por naturaleza es un ser gregario y en la sociedad de la información y de las telecomunicaciones proteger los vínculos humanos directos es importante. Reflexionar sobre eso es importante.
Por eso en las comunidades cerradas, donde opera todavía la autocensura y la discriminación, tanto desde el exterior hacia la comunidad, como dentro de la comunidad misma, como ocurre con el ambiente gay, pueden ser pasibles de tentarse a vivir en la virtualidad y el anonimato de las redes sociales.
Pero con esto se pierden de las más grandes dichas que la vida no da, que es compartir nuestro camino con otros y otras.
Comentarios recientes